Camino de Santiago (XIV): Atapuerca – Burgos
Salimos de Atapuerca en una mañana fresca y nublada. Nada más empezar, iniciamos el ascenso al Alto de Matagrande por un terreno extremadamente pedregoso.
A partir de ahí, una larguísima cuesta abajo nos conduce a Villalval, donde observamos, a la derecha, las ruinas de su iglesia parroquial. Las nubes van levantando y el sol empieza a brillar con fuerza.
El camino discurre bordeando el Río Pico, el cual da el «apellido» a los pueblos de la zona: Cardeñuela, Quintanilla y Orbaneja, los cuales vamos atravesando. En este último nos encontramos con el esqueleto de un T-Rex, a modo de escultura urbana.
Tras cruzar la autovía, nos desviamos a la izquierda, siempre siguiendo el cauce del río, y tomamos un camino totalmente abierto que rodea por el sur las instalaciones del Aeropuerto de Burgos. El sol nos da ya de lo lindo.
Al llegar a Castañares, cruzamos la población para seguir el cauce del Río Arlanzón. La frondosidad de la zona es un verdadero alivio para nuestras recalentados cuerpos. La casualidad ha querido que lleguemos a Burgos el día de San Pedro, día festivo en la ciudad, lo que hace que el largo y hermoso paseo situado a lo largo del río esté plagado de gente.
Tras cruzar el río por el Puente de San Pablo, nos dirigimos a efectuar un breve pero merecido descanso y, cómo no, una opípara comida para reponer fuerzas. Por la tarde visitaremos la Catedral y nos perderemos entre el espectacular ambiente que reina en la calles. Mañana será otro día.
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